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sábado, 9 de febrero de 2008

La importancia de los muelles del lago Llanquihue


Desde su descubrimiento el lago Llanquihue ha ido cobrando una importancia que llegó -en su momento- a ser trascendental.

Fue en 1552 que -según Sergio Millar- el conquistador Pedro de Valdivia habría descubierto (para el hombre blanco) el lago Llanquihue. Sin embargo la imposibilidad de poblar la zona impidió que este lago fuera conocido. Luego en 1830 Lorenzo Almonacid, quien buscaba bosques de alerce, redescubrió el lago. Pocos años después sería el mismísimo Bernardo Philippi quien lo mencionaría. Sin embargo le correspondió el honor de ser el primer navegante conocido (no se sabe de otro antes que él) a Vicente Pérez Rosales, quien navegó el lago a bordo de una improvisada canoa (lo menciona el mismo en su libro autobiográfico "Recuerdos del Pasado").

La 1º navegación "marinera" le correspondió a una pequeña embarcación a vela (una balandra) llamada "La Fundadora", la que fue construida en 1852 por orden de Vicente Pérez Rosales.

Posteriormente serían muchas las embarcaciones de vela y luego a vapor que surcarían el lago, comunicando a los aislados colonos en el difícil trayecto entre Puerto Varas y Puerto Octay.

Justamente fueron los colonos alemanes los que vivieron -preferentemente- a orillas del lago, porque ésta era la única vía que permitía viajar en forma segura y también transportar los diferentes productos que cosechaban de la tierra. Recordemos que de Valdivia al sur la selva era casi intransitable, necesitándose varios días de agotador viaje para cruzar los impenetrables bosques para llegar a destino. Fue esa la razón por la que se prefería -por el tiempo que se ahorraba- navegar por el Llanquihue (la línea férrea recién llegará poco después de 1910 y la carretera casi 35 años después).

Cada familia de colonos poseía un pequeño embarcadero en donde atracaba alguno de los barcos para que abordaran pasajeros y carga. Los muelles eran de gran importancia para este menester.

El pasado lunes 4 de febrero de 2008, la ciudad de Frutillar inauguró el nuevo muelle que viene a reemplazar el histórico muelle que fue llevado por el tiempo y un temporal.




El hermoso muelle que fue repuesto presenta una línea "marcada" por la madera y los aires chilotes de su cubierta de tejuelas de alerce y hermosas flores.


Sin duda un nuevo atractivo turístico a nuestra ciudad.

Desde Frutillar, en el Sur de Chile y a orillas del Llanquihue se despide,


José Córdova

PD: Las fotografías son de mi autoría. Se autoriza su reproducción, mencionando la fuente.

sábado, 2 de febrero de 2008

La magia de Chiloé


La magia de Chiloé embarga a quien llega a la isla. Chiloé (lugar de chilles o gaviotas) es una palabra que deriva del mapudungún, lengua que hablaban los habitantes de la isla antes de la llegada de los españoles.

Enclavada entre los 41º y 46” de latitud sur y los 43º y 25 latitud sur. La Longitud se encuentra entre los 73º y 74º de Longitud Oeste, con una superficie de 9.181,5 Kms.2, formada por la llamada isla grande y cerca de 40 islas menores, el archipiélago de Chiloé forma la provincia del mismo nombre de la región de Los Lagos en Chile.

Chiloé tiene cerca de 155.000 habitantes y es la 2º isla más grande del continente sudamericano después de la isla de Tierra del Fuego.

La isla posee una rica actividad turística, basada en sus paisajes, entorno natural de bosques nativos (en el interior) y de vida marítima en sus costas interiores (las que no dan al océano Pacífico).

Las ciudades y pueblos chilotes tienen un encanto de tradiciones y costumbres que son la principal riqueza de esta bendita tierra.

Las actividades que mayoritariamente se desarrollan en la isla tienen relación con la explotación de los recursos marinos. Cultivos de mariscos, salmones, pesca tradicional, mariscadores y recolectores de algas son algunas de las funciones en que se desempeñan sus habitantes, destacándose una cultura culinaria que es rica en carnes y mariscos.

Chiloé fue el territorio (costero) donde vivían los antiguos y extintos Chonos, indígenas pescadores, mariscadores y recolectores que vivían en las costas y explotaban los recursos marinos desde sus frágiles embarcaciones (canoas de madera). Luego la isla vivió el doblamiento de indígenas que cruzaron desde el continente. Ellos eran los Huilliches, quienes avanzaron y poblaron toda la isla.

Con la llegada de los conquistadores españoles a mediados del siglo 16, se estableció la presencia del hombre blanco en la isla.

Los conquistadores españoles evangelizaron trayendo la palabra de Dios, fundando ciudades como San Carlos de Chiloé (actual Ancud) y Santiago de Castro (actual Castro) e innumerables iglesias que alcanzan una cifra de poco más de 150, todas construidas de nobles maderas de la isla, iglesias que fueron declaradas como patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Actualmente la isla de Chiloé se encuentra en las noticias por la fuerte presión que ejercen los chilotes para que el gobierno de Chile construya un puente que una la parte norte de la isla (Chacao) con el continente (Pargua), pues la única forma de acceder a la isla es vía transbordador (Ferry) o por vía aérea a alguno de los aeródromos de la isla.

La artesanía chilota es, principalmente, trabajo textil en lana y trabajos en madera, destacándose también manufactura en mimbre.

La arquitectura chilota es simple. Sus casas son hechas de madera, principalmente alerce, destacándose la utilización de la tejuela de alerce tanto en los techos como en el recubrimiento de sus muros exteriores.

Destacan en estas estructuras los palafitos, casas construidas sobre pilotes de madera en el agua, que son uno de los atractivos de Chiloé.

Las iglesias chilotas también utilizan la tejuela de alerce, siendo verdaderas obras de arte en madera, construidas (en algunos casos) sólo con tarugos, sin utilizar clavos.

Estas iglesias mantenían la estructura que le dieron los sacerdotes que las diseñaron, provenientes de Baviera en el sur de Alemania.

Hace una semana atrás volví por enésima vez a la isla y, a pesar de haberla visitado muchas veces, aun siento su cautivante magia de mitología, sabores y paisajes. Esta vez la visita fue con dos nuevos amigos: Jacqueline y Raymond Riviere, matrimonio australiano que visitaba la zona por estos días. Vaya para ellos el más afectuoso saludo de vuestro amigo chileno.

Desde el sur de Chile y para Australia y el mundo,

Pepe